lunes, 19 de septiembre de 2011

"LIBRO DE LOS IMBÉCILES"


“”Esperanza ha provocado un buen lío en el mundo de la enseñanza pública.

A ella y su prepotente consejera de educación, Lucía Figar no les interesan los servicios públicos. Nada quieren saber del Estado de Bienestar, que tanto sacrificio ha costado. Nada ni nadie debe mancillar las jubilaciones, ni la educación y la sanidad públicas, ni la ley de dependencia. Pero este principio para estas damas está de más.

Esperanza, condesa-consorte, no necesita de lo público (no en vano con su pobre salario a cargo de la Comunidad de Madrid de sólo 12.000.000 ptas. al año “le cuesta llegar a fin de mes”). Además entiende que algo tan significativo y fundamental como es el saber y la cultura es algo peligroso, no sea que la gente llegue a pensar por sí misma. Eso es peligrosísimo. Tiene Esperanza muy presente aquella máxima atribuida a Pío Baroja, "Los que viven gracias a que los demás no saben". Por ello hay que privatizarlo y que únicamente la elite tenga acceso al estudio. El pueblo llano está bien como está. No es bueno que aprenda y además, no está dispuesta doña Esperanza a asumir para su comunidad el pago del patrimonio por parte de las grandes fortunas. Y como debe obtener dinero de donde sea, busca matar dos pájaros de un tiro. El co-pago sanitario y el maltrato a la enseñanza pública, -la de todos y para todos- dejando en el paro a 3.500 profesores, con lo que obtiene, por un lado, unas rentas sustanciosas y, por otro, acaba de desprestigiar lo público de estos dos servicios básicos y fundamentales.

Ya conocemos el primer paso de la destrucción; Aumentar dos horas lectivas al profesorado público de enseñanza secundaria. Y ello con las premeditadas confusiones semánticas entre horas de clase ante alumnos y trabajo total semanal, y así enconar a la opinión pública contra los tan maltratados docentes. La cacareada categoría de 'autoridad' para este colectivo se halla ya en el suelo y bien pisoteada. Autora principal de tal desaguisado, Esperanza. La segundona y sin clase alguna, Ana la de Aznar.

El mundo docente ha comenzado su legítima defensa. Todos los sindicatos de la enseñanza se han movilizado. Lo mismo ha sucedido con buen número de intelectuales de este país. A estos Esperanza ha procurado ridiculizarles con sus despectivas palabras: "Hombre, intelectuales...no veo yo los libros que han escrito".
Claro que para intelectual ella que, siendo a la sazón ministra de Educación confundió al Premio Nobel de Literatura José Saramago con una, según ella, “señorita simpatiquísima” llamada Sara Mago. ¡La Ministra de Educación Aznarí!

Torticeramente ha querido trivializar el sentido de intelectual al simple hecho de publicar libros y ha obviado, además, que entre estos intelectuales - a los que ella denomina despreciativamente 'los de la ceja'- se encuentran grandes escritores, José Luis Sampedro, Juan José Millás, Almudena Grandes...y otros muchos exquisitos. (Bien seguros estamos de que ha dedicado más tiempo a la burda y zafia propaganda que a leer estos narradores de primerísima fila en la narrativa contemporánea española, cuyo pecado para ella es ser de izquierdas)

Lucía, la consejera de aires musolinianos, se ha empeñado en que la gente del 15-M son los profesores que se manifiestan, con un claro desprecio y ultraje al Movimiento 15-M. ¿No será que entre el 15-M habría también docentes defendiendo la justicia social que se han empeñado en destruir? Son ganas de confundir y enredar, que es lo suyo.

Un buen número de personas de amplísima cultura, con las ideas muy claras respecto al valor de lo público frente a lo privado -esto último, propio del liberalismo atroz-, valientes en su trayectoria profesional y personal y luchadoras por la transparencia y la honradez. Todo ello les queda excesivamente grande a la condesa-consorte y a su Lucía consejera.

La última sandez conocida de la lideresa ha sido exigir la dimisión del ministro de Educación, Ángel Gabilondo -el mayor de los lujos de este Gobierno-, por el hecho de apoyar este al profesorado frente a la arbitrariedad de la Comunidad madrileña.

La verdad es que a Esperanza los genios de las letras que la enloquecen son otros muy distintos. Debe de sentirse mecenas de los mismos y por ello siempre está al quite para defenderlos si alguien intenta su reprobación.Tenemos al gran Salvador Sostres, autor del libro cuyo título da nombre a este artículo, "Libro de los imbéciles", donde quedan incluidos el propio autor y otros de su calaña, así como sus mecenas televisivos y periodísticos.

Personajillo este, Salvador, que disfrutó en Tele-Madrid (La Tele de Espe) babeando el gusto que sentía por las jovencitas de carnes prietas y que todavía no huelen a ácido úrico. Lo reiteró delante de unos niños invitados al plató, a pesar de las múltiples advertencias de la conductora del programa. Las risotadas de Ussía eran también para vomitar. Hubo múltiples quejas ante este nauseabundo ser, pero Esperanza las borró con esas excusas tan propias de ella que convencen a cualquier subordinado o algo peor.

Otro de sus escritores preferidos es un tal Sánchez Dragó, otro repulsivo ente, al que de sus confesiones pederastas igualmente disculpó Esperanza. Debe de sentir la condesa-consorte un cariño especial por estos obscenos personajes. La ética social e incluso la estética parecen haber quedado amordazadas.

Por otra parte, Esperanza, en consonancia con su nombre. da muestras de bondad y comprensión infinitas. Lo demostró con los peregrinos de la JMJ (Y los 52.000.000€ de gasto en tiempos de crisis), a quienes les ofreció todo-gratis. Y con Ratzinger no digamos. No hay que mirar gastos para con el Papa, que luego ya quitaremos de educación y sanidad. Total, para lo que sirven, ¿verdad señorías?””

UN SALUDO SOCIALISTA