Hoy es el Día Internacional de la Discapacidad. Hace un tiempo salió
una noticia en prensa sobre una maestra discapacitada de Ciudad Real a la que se
estaba tratando de manera vil. Esta maestra es aldeana.
Hoy los Socialistas aldeanos queremos solidarizarnos con ella y que
sepa que sus paisanos la apoyamos en su lucha. Se llama MARIA LUISA TRUJILLO
MOLINA y está pasando por un verdadero calvario por culpa de un gobierno y un
Delegado de educación insensibles con los problemas de las personas, y si es
discapacitada peor. ¿Recuerdan la frase que Miguel profetizó en aquel pleno de 2010
refiriéndose a los discapacitados? Ahora
que puede actuar, lo hace y desde luego sin reparos.
Nuestra amiga María Luisa Trujillo Molina y se crió en la
calle real nº 167 donde vivían sus abuelos Eugenio y Ángeles. Miguel, nuestro
alcalde, Coordinador de Educación y corresponsable del problema creado a esta
aldeana, (y a cientos de discapacitados)
seguro que conoce bien la zona y, posiblemente, jugaba en su niñez con
María Luisa.
María Luisa es maestra. Con su
discapacidad, que la acompaña desde siempre, no hace falta decir el trabajo que
le costó conseguir su mayor ilusión: hacerse maestra para dedicarse a formar a
los niños, a nuestros hijos. El pago que recibe de estos gobernantes sin
escrúpulos, después de muchos años de sacrificio, es hacerle la vida imposible
y tratar de privarle de su mayor sueño, ser una maestra ejemplar.
Esta es la noticia que salía en los medios:
María Luisa es una profesora de
Educación Primaria Ciudad Real con un 52% de discapacidad reconocida -con una
prótesis de cadera, operaciones de rodilla y un interminable historial de
operaciones y distintas enfermedades que afectan a su movilidad- que este año
ha visto cómo los recortes la han condenado a dar clases en un colegio de
Malagón, para el que tienen que coger todos los días el coche pese a sus
problemas también de espalda; subir una difícil rampa de cemento liso de lo más
resbaladiza y empinada; subir en una plataforma que considera inestable y que
hace una curva; y atravesar la biblioteca y un largo pasillo para llegar a su
clase en el primer piso, desde donde se siente "encerrada" porque ya
no puede salir hasta que acaban las clases por sus problemas de movilidad.
Y
todo ello es consecuencia de los recortes que el Gobierno regional ha
desarrollado en materia de Educación y que le ha impedido este año acceder a
una plaza en un colegio con ascensor de la capital, donde le es mucho más fácil
desplazarse porque reside aquí, porque la comisión de servicios por razones
humanitarias que así se lo permitía hasta ahora no le ha servido de nada ante
los cientos de desplazados y suprimidos por el Gobierno regional.
"No
se tiene en cuenta quién necesita una plaza en un lugar determinado por
cuestiones reales y perfectamente constatables. Hasta que han llegado los
recortes, siempre se había tenido en cuenta mi situación y, aunque no
tuviera una plaza estable en un colegio de la capital y fuera cambiando -su
oposición la aprobó en Malagón hace varios años cuando su situación física era
mucho mejor y su grado de discapacidad no tan alto-, no me obligaban a ponerme
en carretera ni me mandaban a un colegio sin ascensor... Pero este año todo ha
cambiado".
Mª
Luisa, que afirma que para ella lo más importante es "trabajar, pero en
las condiciones adecuadas", asegura que las consecuencias físicas de este
cambio ya las está notando y, además de haberse lesionado un pie y sufrir
dolores de espalda -su historial médico ocupa varios folios-, pero también a
nivel psicológico "porque me siento muy incómoda de tener que depender
para todo de mis compañeros, hasta para hacer unas fotocopias, porque no puedo
estar subiendo y bajando. Y yo no tengo esa necesidad de depender de nadie,
aunque agradezco el apoyo que me están brindando en el colegio, pero podría ser
más autónoma si estuviera en un centro con menos barreras arquitectónicas, como
ocurría el año pasado en el María de Pacheco de Ciudad Real, un colegio en el
que este año no he podido continuar pese a que se ha quedado una vacante por
una jubilación".
Esta
profesora, que este año da clase a 24 niños, tres de ellos con necesidades
educativas especiales, de 6º de Primaria, se siente, además, recluida en su
centro actual. "Es como un zulo, porque no puedo estar andando tanto y
subiendo y bajando. Llego a primera hora y no salgo hasta que acabo las clases,
aunque los niños se vayan al recreo".
"Esta
es una historia de superación, la que cada día protagoniza mi esposa, maestra
de profesión y sufridora por obligación", concluye su marido Joaquín,
quien lo único que quiere es que su mujer tenga un puesto adaptado a su
discapacidad para que siga ejerciendo un trabajo que le apasiona.
María Luisa, tus paisanos reconocemos tu pundonor aunque el vecino de infancia Miguel Morales, ahora no te conozca.
Los carguillos parece que ciegan aún más a
quienes carecen de humanidad.
Estamos contigo María Luisa.
UN SALUDO SOCIALISTA.