3. Plan de empleo juvenil europeo
para jóvenes menores de
30 años. Europa
debe luchar de forma más contundente contra el paro juvenil, volcando mayores
recursos económicos. Es necesario un verdadero plan de empleo juvenil europeo,
que incluya la formación de jóvenes hasta los 30 años, aumentando los recursos
para el Programa de Garantía Juvenil y crear un fondo específico para el
desarrollo de políticas activas de empleo para aquellos países de la UE que
superen el 15% de tasa de desempleo.
4. Plan de crecimiento de las
Pymes europeas. La definición de unos sectores
estratégicos, el impulso a la política industrial y un plan público de
infraestructuras pueden generar un entorno económico favorecedor de creación de
empresas privadas y su crecimiento. Hay que eliminar las barreras que impiden
la creación de empresas y su establecimiento en otros países. En particular, en
Europa nos encontramos con un excesivo peso de las micro- empresas, cuyo escaso
tamaño impide abordar su internacionalización y llevar a cabo políticas de
innovación empresarial. Por ello, se requiere un plan de crecimiento de las
Pymes europeas que facilite la fusión de empresas de menor tamaño tanto dentro
de cada país como entre pymes de diferentes estados miembros. El plan también
debe incluir facilidades de financiación en el crecimiento orgánico de las
empresas y un apoyo a su internacionalización en terceros países.
5. Reindustrializar Europa. Es necesaria una auténtica política industrial y
tecnológica europea, incluyendo un programa de compras públicas (public procurement), el apoyo financiero a las empresas exportadoras
(mediante avales públicos), incentivos para las fusiones de PYMES
intra-europeas y su internacionalización fuera de la UE, y la definición de una
lista de sectores estratégicos europeos, más allá del aeronáutico y automóvil,
así como un impulso a los programas europeos de inversión en I+D+i, con
participación pública y privada.
6. Por una política energética
europea. Europa sufre de déficit comercial
energético y de dependencia energética, ambos verdaderos lastres para un mayor
crecimiento de la eurozona.
Por ello, es necesaria una auténtica política energética europea
que incluya: interconexiones eléctricas y de gas, una única voz en la
negociación de los precios con los principales suministradores de gas hacia
Europa, una política de ahorro y eficiencia energética que facilite la
rehabilitación energética de los edificios públicos, favoreciendo la expansión
sostenible del sector de la construcción.
Asimismo, se debe contemplar un plan de electrificación inteligente
de la economía europea, que permita un ahorro en las importaciones de petróleo
y gas, posibilite una expansión razonable de las energías renovables y permita
luchar eficazmente contra el cambio climático, el cumplimiento de los objetivos
de emisiones de CO2 sin poner en riesgo la competitividad de nuestra industria.
7. Inversión en infraestructuras
productivas. La competitividad exterior y la
productividad de nuestras economías también requieren un programa de inversión
en infraestructuras productivas que incluya los corredores ferroviarios y
marítimos para las mercancías, su interconexión europea y la inversión en
mantenimiento de las infraestructuras de transporte existentes. El programa
puede movilizar 300.000 millones de euros en tres años, con aportaciones del
BEI, del presupuesto comunitario y abierta a la aportación de otros fondos
soberanos y privados.
Asimismo, las aportaciones nacionales para financiar estas inversiones
no computarían en los objetivos de déficit público
(“regla de oro”).
UN SALUDO SOCIALISTA